Esta chilena se vino conmigo desde Granada, la compré pensando que era un gymno y convencida de que su tonalidad lilácea era cosa del tinte que a veces les ponen a los cactus.
Una vez en mi casa y pasados unos meses, la tonalidad lilácea se extendió por todo el cuerpo dejando claro que ese era su color natural y desmintiendo que fuese un gymno.
Desde entonces le he buscado una familia, pero no estaba claro y a la única conclusión que llegamos es que era una chilena.
A ver si ahora con la flor es más fácil.